Tarde o temprano van a llegar a nuestras mesas. Ya existen uvas,
levaduras y bacterias transgénicas, desde ahí al vino transgénico hay
solo un escalón. Para quienes aún no saben de los que estamos hablando,
conviene definir lo que se considera alimento transgénico. Se trata de
alimentos producidos a partir de organismos vivos que han sido creados
en forma artificial, manipulando sus genes, al recibir segmentos del ADN
de otro organismo.
Por lo tanto se pueden lograr uvas que tengan, por ejemplo,
coloración y aromas modificados, que presenten pieles más finas o más
gruesas, además de resistencia a ciertas plagas, o sea diseñadas de
acuerdo a las necesidades. Incluso ya se han desarrollado levaduras, que al recibir genes de bacterias que son capaces de producir la tansformación de ácido málico en ácido láctico, pueden llevar a cabo, además de la fermentación alcohólica la fermentación maloláctica
La palabra transgénico, si bien tiene un aire futurista, es hoy de
aplicación cotidiana, incluso muchas veces ingerimos productos de ese
origen sin saberlo. Esos tomates tan simétricos, con color parejo, y que
no se pudren aunque pasen semanas en la mesada de nuestra cocina son
modificados genéticamente. Eso los hace imputrescibles y aptos para las
paquetísimas góndolas, aunque su sabor y textura no nos produce la
explosión de recuerdos gratos que nos deja un deforme tomate platense.
Ahora bien, suponiendo que decidiéramos negarnos a consumir estos
vistosos tomates, y decidimos ingerir una dieta en base a alimentos
libre de manipulación genética, nos vamos a llevar una gran desilusión.
Casi todas las carnes provienen de animales que han consumido alimentos
balanceados en base a soja transgénica. Los chocolates, aceites,
suplementos dietarios y otros alimentos en los cuales intervienen
subproductos de la soja, también.
El hecho de que un alimento sea transgénico, no significa necesariamente
que sea malo o bueno. Implica sin duda un avance tecnológico importante
aplicable al control de plagas que puedan afectar la producción y la
posibilidad de introducir en el mismo, caracteres deseables de los que
carecía.
El principal motivo de las críticas hacia estos productos radica en que
es difícil predecir a largo plazo el impacto en el ambiente o la salud
de la población que pueden presentar estas tecnologías.
Creo personalmente que se deberían estudiar normas por parte del INV, en
lo que respecta específicamente a vino transgénico ya que seguramente
en poco tiempo habrá que afrontar los aspectos que reglamenten su
producción.
Ing Agr. Adrián Rodolfo Vilaplana
Hace unos 3 años publiqué esta nota en el incipiente Facebook de la EAV. Es increible como pasa el tiempo.
ResponderEliminarAdrian Vilaplana